domingo, 13 de enero de 2013

Año nuevo, ... ¡vida nueva!



Este relato, fue publicado ya en Internet, en tres capítulos con intervalos de pocos días, en enero del 2006, en un portal con mi nick de entonces.
Relato que parece recrearse en una misma escena a lo largo de sus dos primeros capítulos, y que puede inducir a confusión, se aclara para el lector y cobra todo su significaado, a partir del tercer capítulo.

CAPÍTULO 1

Nunca más se volvería a encontrar en aquella situación.
Soportando aquella humillación diaria.
Él no estaba loco, y le habían obligado a convivir con locos...

Como en aquella famosa película de su juventud, se repetía a sí mismo que aquello no volverá a pasarle, y que pondría a Dios como testigo. Jamás, ¡lo tenía decidido...!

- ¿Necesita algo? ¡Pidanoslo...! - una voz le comentaba a su espalda.

Inquieto, John rehusó girarse hacia atrás.
Un sentimiento de rabia se apoderaba de él aún más por momentos.

-¡No ahora no..! Ahora sé lo que quiero - pensó para sí, sin responder nada a los que le hablaban a sus espaldas.

Miraba al frente, sin volver la cabeza atrás, sin mirar a sus pies. Una fría brisa de un frío enero, el primer día de enero, el uno, fecha muy elegida para plantearse cosas, le daba en su cara, inmutable. De frente un edificío con mucha gente asomada, a su misma altura, que parecían conocerle, por gestos que algunos le hacían.
Se oían sirenas en la lejanía, y algo así como un altavoz desde el edificio de enfrente, parecía decir cosas que él no llegaba a entender nítidamente

-¡¡ Papá!! - se oyó una voz que sonaba a estremecida a sus espaldas...
- ¡¡Papá, por favor!! ¡Te necesito...!

- ¡Te necesitamos John...! - exclamó una voz de mujer.

John pensó para sus adentros que aquella voz no era real. Él hacía tiempo que no tenía nadie en quién confiar. Nadie le necesitaba, y él no necesitaba a nadie. Sólo quería cumplir ese deseo de fin de año, ese que siempre se planteaba uno en su intimidad. Por eso, sabía que su vida cambiaría ya para siempre, que nunca más le volverían a engañar...

Se acordaba de su mujer fugazmente en aquellos momentos, ... hacía tiempo que no vivían juntos. Ella se lo dijo bien claro aquel día :

- La vida junto a tí John, es una pesadilla.

Eso pasó hace tres años justos ahora...

- Me marcho, te dejo, John.
Y se marchó, definitivamente se marchó.

Y se quedó sólo y descompuesto. Sólo con su soledad, y su vida quedó marcada para siempre.
Nunca llegó a entender qué es lo que había pasado realmente...
Nunca pensó en otra mujer...Nunca hizo nada para contrariarla, porque si llegaba tarde a casa, era por el nuevo trabajo que tenía...

Es cierto que le habían echado del trabajo. Ausencias injustificadas. Se aficionó al juego. Fué Joe quien lo introdujo, un amigo que lo atrajo hacia sí, Joe ya le explicó que era necesario ir a aquellas timbas, le prometió un trabajo, y antes de eso le dió a probar aquellos polvos blancos que le transportaban a su nirvana particular, ... y que Joe le animó a repartirlos a otras personas... No debía ser egoista, había que dar a conocer su nirvana a otras personas que estuviesen necesitadas como él...

- ¡Papá, no lo hagas...! - una voz le interrumpió el pensamiento...
A esa voz se le añadió la de ella :
- John, tengo que decirte una cosa importante...

Y entonces pensó que otra vez no, que ésta vez sería diferente, que ahora no se le volvería a engañar, como hacía poco más de dos años, cuando asomado al puente sobre el río, sonaron esas mismas palabras, y él se distrajo, y le atraparon por detrás...se confió, creyó en esas palabras, ... y se sintió atrapado de nuevo...

- ¡Ésta vez no!. Ya me engañasteis una vez - musitó para sí.

Recordaba aquellas palabras. Ella le prometió aquella vez que todo cambiaría, que se volverían a ver, que podrían volver a hablar de sus cosas, lo que él la necesitase, lo que quisiera oir...

Luego vino el hospital aquel lleno de locos, ella le visitó algunos días durante las primeras semanas, hablaba ella sobre todo, ... él se la miraba, y sólo llegó a suplicarle en una ocasión que le sacase de allí. Sólo eso recordaba. Eso, y que ella no volvió más...

Y entonces planificó todo. Ese día. Se dijo a sí mismo que les iba a hacer un regalo a todos el día de año nuevo, hoy...

Se apuntó a trabajos rutinarios en el hospital. Más que nada para evitar estar en medio de aquella jauría de locos. Él no estaba loco.Y su comportamiento fué exquisito. En pruebas hechas por los médicos, consiguió le diesen la carta de libertad a los dos años, colocado en una empresa de montajes en serie de objetos de cartón.

Y se planteó que al empezar el año, él iba a cambiar drásticamente de vida...

- "A Dios pongo por testigo...."- se repetía en su interior

Dió un paso al frente, y se lanzó al vacío desde aquel edificio de 25 pisos...

Detrás suyo se oyeron gritos...Del edificio de enfrente, también...

El colchón de aire puesto a pie de suelo, no pudo evitar que el cuerpo de John rebotase sobre el mismo, y su cuerpo fuese a estrellarse de cabeza contra el asfalto, quedando muerto en el acto...

"Año nuevo, vida nueva..."

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CAPÍTULO 2

Había decidido que aquello debía cambiar. Sabía perfectamente que no estaba loco, y se había visto obligado a convivir con ellos. Fué su mala cabeza que se la jugó, su ir y devenir en aquellos tiempos, en que perdido el trabajo, se refugió en Joe, que le ofreció dinero, le impulsó a la droga, y le obligó a repartirla en las timbas de juego a las que se había visto obligado a acudir, y que acabaron por romperle todos sus esquemas, de su vida y su familia...

Por dentro se lo había repetido esa mañana, justo al levantarse.
Un 31 de diciembre, martes, cuando todo el mundo que él conocía estaba preparando su noche, esa noche mágica en que todo el mundo alza sus copas al viento, copas llenas de cava burbujeante, que como cada año, al beberse despues de las uvas, lanzando las copas al aire, todos se las prometen felices.

Pero no había tiempo para dejarse llevar ahora por la imaginación.

Ya llegaría el momento en que John, no una sino muchas veces, subiría sus copas en alto, y ésta vez para siempre. Pero había que moverse diligentemente, todo estaba perfectamente programado en su cabeza, hasta el milímetro, en su último detalle, delicada operación, pero justa al fin y al cabo, ... eran ellos ó él, él ó ellos, ... era su vida, su futuro el que estaba en juego.

En aquel hospital había tenido todo el tiempo necesario para pensarlo, para diseñar hasta el último suspiro, sus pros, sus contras. Ese hospital en que llegó en una ambulancia, el día aquel en que en un último suspiro, le agarraron cuando desesperado pensaba que la única salida a su vida, era dejarse caer por el puente hacia el rio negro y profundo.

Pero allí estaba su amor, aquel amor que él sólo valoró de verdad en su posterior internamiento por crisis nerviosa por consejo médico. John debía rehabilitarse en un centro asistencial para problemas mentales, ... por no decir un manicomio con diferentes salas y médicos patra diferentes tratamientos

Allí, aún recordaba las últimas palabras de su mujer, en las visitas periódicas que le hizo cuando estaba internado, cuando en aquella última visita, en el último abrazo él no se quería separar de ella, sollozaba en su hombro, aferrado. Un dolor agudo le atenazó el pecho, y la garganta parecía no tener paredes, parecía no tener hueco por donde respirar, más que un nudo, parecía un embudo, por donde ni la saliva le entraba, ni el aire quería entrar. Aquella sensación de ahogo. Ahora que se había vuelto a reencontrar con ella, ... Y ella cambiaba de trabajo, y se veía obligada a desplazarse desde Chicago a Los Angeles.

Aquellas visitas no tendrían la regularidad semanal de hasta entonces...Podrían pasar incluso meses antes de volverla a ver...

- Te enviaré correos y fotos a tu e-mail, John - le dijo.


Y John subsistía de esa ilusión, cuando dos veces a la semana, le dejaban un acceso a los privilegiados en el area de Internet. Y allí fué donde en un correo le prometió a Mary, su mujer, que todo cambiaría...Y que en pocos meses, él volvería a su lado...

A fin de cuentas, los doctores en sus últimos informes, hablaban de una evolución muy positiva, la dependencia de la droga era nula, y el período de peligro de recaída había remitido a su mínimo nivel, unido a una motivación especial que los médicos vieron en él, en los últimos tiempos, que coincidió precisamente cuando Mary, su mujer, tuvo que cambiar de domicilio marchando a California...

Ese momento, que ellos, los médicos que trataban a John, habían supuesto que podían volverle a romper. Fueron como un acicate para John, para resurgir mejor que nunca en su ser, y plantearse una vida nueva, ... una vida que John imaginaba al lado de su mujer en Los Angeles, para principios de enero, liberado de su ansia particular, ...y liberado de Joe.

Joe, ese era el problema
Cuando John perdió su trabajo, Joe se le adhirió a él, al igual que una lapa se adhiere a una roca golpeada por el mar. Sólo que én este caso, el mar era la vida, y Joe impedía con droga y juego, que John se incorporase a la vida. Las olas barren las rocas y las lapas quedan sujetas a las mismas. Abren ligeramente su minúscula concha, absorben los nutrientes del mar, pero no viajan en él. Están como espectadoras de ese inmenso oceáno que las alimenta, están recluidas en su concha, protegidas en su concha. John se sentía como una roca, con Joe de lapa encima, y a cada ola de vida que se le acercaba, Joe sacaba el beneficio, pero él se quedaba inmóvil, como las rocas que parecen vislumbrar el mar, pero sin saber que hay más allá. John deseaba quitarse de encima a la lapa de Joe.

A fin de cuentas Joe sólo le ofreció dinero a cambio de que repartiese droga, siempre procuró que John estuviese en deuda con él, era la manera de tenerlo cogido, atrapado, viendo las olas de la vida como iban y venían, pero sin poderse soltar a su vaivén, perdiendo en el horizonte a su mujer y su hijo...

Y por eso, ya lo tenía todo pensado. Por algo al salir del hospital estaba trabajando en el servicio de limpieza del despacho de Joe. Allí se iban a volver a ver, él mismo le pidió una cita. Desde el piso 25, la vista de otros edificios de Chicago más bajos, daban esa sensación de poder, esa especie de poder que alargando una mano se podía tocar el edificio de al lado, y de observar en sus minúsculas ventanas, gente diversa trabajando en sus espacios. Como si se llegase a controlar la intimidad desde la lejanía.

Joe se quedó algo parado al principio, cuando John por teléfono tuvo que fingir que no podía vivir sin él, y que además sabía de un contacto que podría reportarle beneficios importantes a Joe, para darle el realismo necesario.
Tanta prisa por verle el primer día de enero, le tenía en cierta manera intrigado.
Y Joe acudió...

Previamente John al acabar el turno de noche en el edificio, pasó la ficha de salida de turno de su trabajo en la limpieza del edificio, para justificar su ausencia... Subió al despacho de Joe, y se acurrucó en el sofá. Allí mediodurmió inquieto por la emoción del momento despues de haber estudiado a fondo todos sus movimientos al amanecer...

Cuando Joe entró en el despacho a las 9 de la mañana, se sorprendió al ver a John...

Se apresuró a quitarse el gabán de esa fría mañana de enero, e invitó a sentarse enfrente a John. La charla era fría y distante, pero muy interesada por parte de Joe.
John procuraba hablar como atrapado, y ese gesto a Joe le daba la confianza de pensar que lo tenía en sus redes de nuevo.

Y fué en ese estado, que en un momento preciso, John, sin dudar ni un instante, sacó el revólver de su gabán, y procedió a apuntar directamente a la cabeza de Joe, sin temblarle el pulso. Lo tenía apuntado a dos metros de distancia, la distancia justa para evitar un arrebato de su arma, que además con la mesa de por medio, lo hacía más difícil...

Si dejar de apuntarle, obligó a Joe a retroceder hasta la ventana, quedando situado frente a John y su espalda apoyada en el cristal de la misma...
Lentamente, John se le fué acercando hasta situarse a muy poca distancia de Joe que le suplicaba que no le disparase.
La presión del momento hizo que Joe buscase su refugio, apoyandose firmemente su espalda contra la ventana, cargando todo el peso sumido en un pánico súbito...

John no esperó más...

Accionó el mando de la ventana y ésta se balanceo de abajo a arriba, arrastrando a Joe en una caída al vacío de 25 pisos...

Si perder ni un segundo, John salió del despacho y se encaminó por el pasillo que enlazaba al edificio paralelo, donde bajó a pié por la escalera hasta tres pisos, saliendo al rellano y tomando el ascensor...

Justo salía por la calle, y el remolino de gente y el ruído de sirenas era apabullante...
Podía distinguir un bulto deforme, sobre un charco de sangre, era el cuerpo de Joe que yacía como un muñeco roto sin vida...

De camino hacia la estación de tren, respiró con todas sus fuerzas. Era libre. Nunca más otro Joe se le cruzaría en su camino.Tenía bastantes horas de camino hasta Los Angeles en dos trenes que tomar, pero ahora ya no había prisa.

Él había cumplido con su promesa. Su mujer Mary con su hijo le esperaban en Los Angeles. Y eso ya suponía todo para él en esos momentos.
Nunca más. Nunca más.nadie iba a disponer de su vida como lo hizo Joe.
Se sentía tranquilo, y tenía la sensación de haber liberado a la sociedad de un individuo como Joe, que cual lapa se pega a una roca. Nunca más absorbería a nadie su alma, como hizo con él.

Si su trabajo era la limpieza, había cumplido a la perfección su trabajo,... para con la sociedad.

Año nuevo, ...¡vida nueva...!

CAPITULO 3: FIN Y CONCLUSIONES
Cuanto tiempo ya había pasado...Cuanto..., pensaba John.
Y cuantas cosas ya, que quedaron vivas, en un primer momento, y luego murieron lentamente, como todo, como sus pensamientos, sus deseos, cómo si una parte de su vida le hubiese abandonado en algunos momentos, ... como el salirse de una carretera, seguir recorriendo camino, y no saber cuando se van a volver a encontrar su lindes marcados con las rayas blancas que delimitan el asfalto
Era algo así como una muerte lenta, eso pensó que era realmente lo que le pasaba a veces.
Si la muerte tenía ritmo y cadencia, se debía sentir de esa manera...

A veces, John, se recreaba en ciertos pasajes de su vida, y no era por masoquismo, era como una reflexión profunda que le dejaba sumido en un sopor, apareciendo mil imágenes en su cabeza, a veces inconexas, a veces con un cierto orden, apareciendo y desapareciendo, quizás como resultado de su dependencia a las drogas, que ya no necesitaba, pero que si parecia haberle afectado en cierta forma a su mente, la manera de poner en orden escalonado sus pensamientos, con sentido, queriendo llevarle a alguna parte lógica.

Se dió la vuelta sobre sí mismo, en su cama del hospital.
Esa noche tenía como una extraña mezcla de nervios y deseos al mismo tiempo, que le retrasaron su entrada en sueño, y durante el mismo, recordaba claramente haber tenido pesadillas, algunas repetitivas, como el sentirse cayendo al vacío desde un edifico muy alto, esa clara sensación de que falta el suelo que nos sostiene, y de gente que gritaba, y un bulto sobre la acera, en medio de un charco de sangre... Y recordaba la voz un niño, detrás de él, y que sentía frío en la cara...y una pistola en su mano que apuntaba a alguien conocido...

Sueños, malos sueños.

Propios de una cena copiosa, la que les ofrecieron en el hospital como fin de año, pavo relleno, sopa de esparragos con champiñones, algo así como una crema, con vino, limitado sólo a los que no tomaban medicación, él era uno de ellos...,
Él ya estaba autorizado incluso para dejar el hospital al día siguiente, su esposa Mary le vendría a buscar, ese uno de enero martes, y marcharían juntos a la nueva casa que ella tenía ya preparada desde hacia meses...

Recordaba las palabras del día anterior, de su médico, cuando le daba el alta médica:

- Creemos John, que estás capacitado para llevar una vida normal. Cómo ya te dije la semana anterior, mañana podrás marchar a tu casa con Mary, sólo deberás pasar control de toma de drogas los primeros meses, una vez cada 15 días, tu asistente social te explicará donde... 
Ahora depende de tí, si te defraudas a tí mismo, defraudaras también a tu mujer, ella que ha confiado en tí y que tanto te ha ayudado con las visitas programadas que cumplió hasta que por motivos de trabajo dejó Chicago...

John miró el reloj de la mesilla. Las 7 y 42 minutos de la mañana...
Faltaban tan sólo 18 minutos para que la enfermera de guardia entrase en la habitación para despertarle. John ya tiene hechas las maletas desde ayer por la tarde, tan sólo una ducha, asearse, tomar un café bien caliente y esperar a que a las 9 venga Mary a buscarle...

Su Mary,...Su querida Mary...

Recuerda ahora lo que sufrió con él, cuando perdió su trabajo, y se buscó aquellas amistades, de Joe, tantas noches de juego primero y luego drogas, esas noches en que llegaba tan tarde, que en más de una ocasión, ella estaba despierta porque su trabajo no le permitía quedarse mas tiempo en la cama...
Y sus reproches, ... Y aquel ataque de nervios en que Mary le dijo que si no cambiaba, ó se marchaba él de casa, ó era ella la que se marcharía...

Y finalmente cuando se lo explicó a Joe, éste le cedió un apartamento, y empezó por no venir algunas noches a dormir a casa, se sentía amordazado por la droga, Joe le presentaba a mujeres, pero John ni quería sexo, sólo quería aquel polvo blanco que le privaba de sus sentidos, de su voluntad, que le llevaba tan fácilmente al éxtasis, para luego caer en un tremendo sopor, a veces con escalofríos, y buscar sólo su cama para caer rendido hasta que el sol lucía bien centrado en la mañana, esperando de nuevo la noche, y una y otra vez el ciclo se cumplía de nuevo.

Y recuerda nítidamente como llegó a aquel hospital. Joe le mantuvo una semana, con la quinta parte de su dosis habitual, y en la semana siguiente, le redujo la dosis a una en toda la semana...

Y ese desespero...
Sin droga, con mono, sin Mary, ...
Se subió al puente sobre el río y allí le atraparon, no tenía el valor para tirarse, sólo desespero, y Mary detrás le convenció de que había otra vida que él podría disfrutar, que ella estaba dispuesta a ayudarle, pero que era necesario que bajase del puente, ... y le ayudaron a bajar, él nunca se hubiera tirado al río, ... no tenía ni ese valor, en el fondo era un tipo sin valor ni coraje, John, ... en su trabajo bien lo sabían, y por eso lo echaron, porque en los momentos en que debía responsabilizarse de algo, John huía... 

- Arriba John, ... entró la enfermera por la puerta... Son las 8 de la mañana, en una hora Mary viene a buscarte...! 
Te vamos a echar de menos...

John se levantó, se duchó, se afeitó, se dió un toque de colonia de la que le habían regalado en Navidad, ... y fué al comedor para tomarse el café. 
Cuando llegó, le indicaron que había alguien esperándole en la cafetería pública del hospital... Era sin duda Mary...
Tomó rápidamente su café con leche de un sólo trago, volvió a la habitación, y tomó el alta dentro de un sobre que le habían dado el día anterior su médico...
Pasó por recepción, allí su medico se despidió de él, no sin desearle lo mejor, dió la mano a las enfermeras de turno, y se encaminó a la cafetería.

Allí estaba Mary, ...

La vió radiante... Le dió un beso acompañado de un emotivo abrazo, y juntos, con su maleta, se encaminaron al coche que los llevaría al aeropuerto.

Sabía que una vez en el aeropuerto, debía hacer una llamada, una llamada muy importante, a Joe... Intentaría disimularla diciendo que iba al lavabo...

Estaba en deuda con Joe, y Joe nunca lo iba a dejar tranquilo hasta que le pagase hasta el último centavo. Intentaría convencerle de que le dejase en paz, y que cuando reuniese el dinero que le debía, que era sólo cuestion de tiempo, él cumpliría con Joe...


Pero sabía que Joe no quería eso, Joe quería controlarle, quería poseerle en el sentido literal de la palabra,... Joe quizás se había dado cuenta de lo débil que era John. Sabía que desde su despacho de aquel rascacielos, allí en el piso 25, controlaba un imperio basado en distribución de drogas valiendose de personas como él, y que un esbirro de Joe, ya empezaría a controlarle en el aeropuerto, alguien que seguiría atentamente sus pasos, que tomaría el mismo avión que él, y que enseguida sabrían donde viviría, si es que no lo sabía ya...

Porque Joe siempre se preocupó de tener una cuenta abierta con la gente como él, era muy fácil, siempre eran ellos que le debían dinero a Joe, les adelantaba la mercancía, y cuando ellos le daban el importe, en la otra mano estaban recibiendo más mercancía...
La cuenta siempre estaba negativa, ... siempre estaría en deuda con Joe...

En el coche se hizo a sí mismo un gesto...

- Si tuviera valor... se decía a sí mismo...
- Si tuviera el valor para cargarme a ese mal nacido hijo de puta...- pensó apretando los puños por un momento...

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Notas del autor

Los capítulos 1 y 2, ... son sólo un sueño. El capítulo  3 es a tiempo real. Un sueño en la noche del 31 al 1 de enero, que es cuando John saldrá del hospital. No hay nada real en los dos capítulos anteriores, que no esté en la mente de John...

John es un débil de carácter, forjado por una infancia marcada por ausencia materna y un padre castrador de carácter. Él siempre escuchó de su padre que nunca serviría para nada en la vida, que era un pobre idiota al que la vida lo zarandearía...
Se casó con Mary, buscando más una segunda madre que una esposa. Cuando lo echaron del trabajo, el mundo se le cayó encima, pero lejos de reaccionar y atender los consejos de Mary, escuchó más a Joe, un perfecto gangster, que pronto supo qué palabras le tenía que decir a John para atraerlo. Sólo moldeando aquellas palabras, Joe, consiguió hacer suyo a John, para conseguir una falsa autoestima en John, y así conseguir su propósito de que fuese un camello más de su red.
Mary y John no tuvieron hijos. Sin embargo él en su sueño, su subconsciente le hace oir una voz detrás de sí, una voz infantil que dice que le necesita...Algo que él hubiese gustado oir alguna vez de Mary, una mujer autoritaria, fría y cerebral de carácter, de buenos sentimientos, y por eso en su sueño se lo plantea en el hijo que nunca ha podido tener... Se sintió al principio engañado por Mary, cuando la solución a su problema pasaba por llevarle a un psiquiatrico con tratamiento de desintoxicación, a raiz de su intento de suicidio, pero supo ver más adelante que lo hizo por su bien, y que siempre acudió a verle al hospital, en las visitas programadas, hasta que un día dejó de venir por cambiarse de estado y trabajo, día que fué un trauma para él. A través del e-mail del hospital, sin embargo, fué entendiendo en mensajes de Mary, que ella seguía a su lado...

Cumplió su curación y desintoxicación, se apuntó a trabajos manuales dentro del propio hospital, y al final salió. En su sueño, mezcla en dos fases, una primera, su rendición ante la vida que sintió al principio, y en la segunda, el odio que llegó a acumular contra Joe, al que desde luego le hubiera gustado hacer desaparecer del mapa, tirándolo por la ventana del despacho de aquel piso nº 25, a la calle...
Pero John no tenía valor ni para quitarse de enmedio, ni para matar a Joe... Quizás una nueva decepción le esperaba a Mary en Los Angeles...Ese coraje que él mismo en su sueño se infundía al tirarse al vacío para que nadie le engañase más...

¿Ó quizás no?
¿Por qué? ¿Puede tener el valor para hacerlo?

¿Para quitarse él de en medio, ó quitar a Joe?
No, si se vá con Mary, es que es Joe el que debe desaparecer...

¿Qué es lo que guardó John en su neceser una semana antes de marchar del hospital?
Una aguja percutora, de disparo automático, y una solución de clorato potásico en un ampolla...

Llamaría a Joe para pedirle audiencia..., para decirle que tenía un gran negocio para él. Una vez en su despacho del piso 25, sabía que Joe le recibiría con un abrazo...
John deslizaría de su manga la aguja percutora cargada con clorato potásico, y en el abrazo, le dispararía al cuello de Joe esa solución, que la causaría un paro cardíaco inmediato...

Quizás le pillasen, no le importaría...
¿Pero y si no?
¿Quien iba a sospechar de un exdrogadicto que vivía en esos momentos en California, tan lejos del estado de Illinois?

Valía la pena intentarlo, aunque fuese por Mary... 
En el peor de los casos, ella podría vivir sin él... pero él siempre, en cualquiera de las situaciones, quitaría de en medio a una escoria de la sociedad...

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Nota : los personajes a veces pueden salirse del guión del autor que los crea, muchas cosas están por definir aún en este mundo que vivimos hoy...
Yo aún pienso, que la mente deteriorada de John no le vá a dar la lucidez que se necesita en un acto así...

¿Qué me dices John?... ¿Que estoy equivocado?... Bueno, ... pues que así sea... ¡Yo lo haría sin ningún remordimiento en tu lugar...! Por mí hazlo, yo miraré hacia otro lado...! Nada se perderá en este mundo, desde luego...

Postdata
Vosotros pensais que un sueño puede guiar a las personas a hacer algo? Los sueños, son un anticipo a veces de lo que vamos a hacer? Es nuestro subconsciente, el que nos empuja a veces a hacer cosas? Yo creo que sí... 

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